El tronco comercial de las relaciones Chile China se está ramificando en las artes. Esta primavera del Pacífico tuvo su momento cúlmine en septiembre, con los conciertos clásicos de piano y violín que ofrecieron los músicos chilenos Alexandros Jusakos e Yvanca Milosevic en Beijing y Nanjing, donde incluyeron piezas inéditas de compositores chilenos y latinoamericanos.
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El tronco comercial de las relaciones Chile China se está ramificando en las artes. Esta primavera del Pacífico tuvo su momento cúlmine en septiembre del 2012, con los conciertos clásicos de piano y violín que ofrecieron los músicos chilenos Alexandros Jusakos e Yvanca Milosevic en Beijing (17 de sept.) y Nanjing (26 de sept.), donde incluyeron piezas inéditas del compositor chileno Enrique Soro y otros latinoamericanos.
Para Alexandros Jusakos se trata de su tercera experiencia en China, y la segunda en concierto con la violinista Yvanca Milosevic, su esposa. Apoyados por la Dirac y la Corporación Cruzando el Pacífico, estos músicos nacionales tuvieron la oportunidad de conocer aspectos inusitados de la cultura china, donde se destaca la capacidad del público por apreciar la música al nivel de dejar una marca en los artistas que tienen la suerte de exponer lo suyo en esas lejanas tierras.
Alexandros estudió piano en la facultad de Artes de la Universidad de Chile. En los 90 hizo un magister en Polonia y hace tres años realiza un doctorado en Varsovia. Está casado con una violinista chilena Yvanca Milosevic, quien realiza su magíster en el Instituto Chopin en esa ciudad.
En Chile, la pareja se ha dedicado a fomentar el conocimiento de la música en los colegios. En un esfuerzo personal, Alexandros e Yvanca han realizado 15 conciertos entre Los Vilos y Calbuco, donde acuden con un piano que queda como donación en el lugar, lo que se enmarca en la iniciativa "Pianos para Chile".
Desde su departamento en Varsovia, Jusakos nos cuenta que él y su esposa están tratando de abrir redes que les permitan perpetuar la relación con China. “Hace tres años estuve en Beijing haciendo conciertos y volvimos el 2011 a hacer otra gira, apoyados por la Dirac y la embajada chilena en Beijing. El 2012, recibimos apoyo de la Dirac y la corporación Cruzando el Pacífico, que nos ayudó a organizar el concierto en Beijing y otro en una ciudad muy bonita que se llama Nanjing, como a 1000 kilómetros de la capital, pero que ha sido una urbe importante en el pasado. Lo interesante de este viaje es que hicimos muchos contactos y probablemente el próximo año vayamos de nuevo. Los apoyos del gobierno se justifican en la medida en que uno pueda armar cosas hacia el futuro y que no se quede en el bonito concierto que una vez hicimos.
Por lo general se promueve la música popular y no tanto la clásica como una imagen de Chile…
Somos músicos clásicos y pudimos mostrar algunas cosas de compositores latinoamericanos y chilenos. Tenemos unas piezas muy importantes que son del compositor chileno Enrique Soro, premio nacional del año 48 y llegó a ser director del Conservatorio Nacional. Hay un montón de obras que conocimos por casualidad a través de la familia de Soro, que ha recuperado un montón de partituras y estamos trabajando para lanzar un disco con música de él.
¿Cómo fue la experiencia de tocar para un público chino?
Hay tanta gente en China que tener sala llena no es algo de otro mundo. En los dos recitales grandes que tuvimos, que fue en la Universidad de Comercio en Beijing, la sala estuvo repletar con un público muy receptivo. Tuvimos que tocar cosas fuera de programa y sacarnos fotos con autógrafos. En Nanjing nos pasó algo muy parecido. Era una sala para 800 personas y hubo gente que tuvo que sentarse en las escaleras porque ya no había sillas. Se produjo un silencio increíble. Nos sentíamos muy bien tocando, con una comunión muy especial con la gente. Hay días en que hay una sintonía mejor que en otros y ese día se produjo algo distinto, con una comunicación especial. Esto se debe a una sensibilidad de ellos, tienen una cultura notable, y están como predispuestos a la magia de un concierto.
¿Qué tan informado estaba el público sobre Chile?
Bastante. Tienen facultades enteras dedicadas al español y Chile es un país donde tienen muy bien puesto el ojo para hacer intercambios. Chile y Argentina están considerados como de mayor seguridad para tener una experiencia sin problemas para sus estudiantes.
Fuera de la experiencia de los conciertos, ¿qué rescataron de esta oportunidad en China?
Tuvimos la oportunidad de conocer otros músicos allá. En Beijing está el conservatorio Central que es una cosa gigantesca. Son 14 pisos y cada uno es un departamento, como el departamento de cuerdas, el cuatro piso es el de piano, otro el de composición, o el de etno musicología, etc. y cada uno de los pisos tiene su propia sala de conciertos con pianos de primera y capacidad para 300 personas. Al lado de eso tienen otro edificio que es solamente para estudios, con salas pequeñas para practicar y acústicamente adaptadas y con sus propios instrumentos. China tiene esa cosa grandiosa, con edificios feroces. En general uno ve que van avanzando mucho. Y lo que nos llamó la atención es la afinidad musical. Incluso la gente que uno ve cantando en un café, que se ganan unos pesos, tienen un muy buen nivel. Es mejor de lo que nosotros acostumbramos a ver en la tele, por ejemplo.
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