Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 54
- Celebrada el 20 de abril de 1999
- Legislatura Extraordinaria número 339
Índice
El señor MONTES ( Presidente ).-
Corresponde rendir homenaje al destacado hombre público don Hernán Santa Cruz Barceló , quien, entre otras cosas, fue el primer embajador de Chile ante la Organización de Naciones Unidas.
Se encuentran presentes en la tribuna de honor familiares y amigos de don Hernán, a quienes saludamos desde la Mesa.
En primer lugar, rendirá homenaje la Diputada señora
La señora ALLENDE ,
Señor Presidente , honorables colegas, rindo este homenaje a Hernán Santa Cruz en nombre de la bancada de mi partido, el Partido Socialista, y del Partido por la Democracia; pero, además, lo hago a título personal en nombre de la familia Allende, de esa larga amistad que exactamente desde la década de los años 40 uniera a la familia Santa Cruz con la mía, y quien, incluso, fuera testigo de matrimonio de mis padres.
No puedo dejar de mencionar esos recuerdos que me acompañan desde la niñez, cuando alternábamos cotidiana y muy seguidamente y en que siempre se destacó ese lazo de amistad, de lealtad, que iba más allá de cualquier diferencia. Es imposible dejar de recurrir a esos recuerdos, a esas anécdotas que nos acompañaron, a ese encuentro afectivo entre esas dos familias.
En la familia de Hernán Santa Cruz -por muchos años, mi tío Hernán, y la tía Nana , Adriana García de la Huerta de Santa Cruz- había mucho amor y mucho humor, que quizás se reflejaba, según cuenta un estrecho colaborador de él, en las palabras que una vez el ex diplomático le dijo, a propósito del matrimonio: “Lo importante es pelear todos los días, pero sin saber por qué”. Esto nos refleja esa personalidad tan particular.
Queridos colegas, a medida que el tiempo avanza, pocas son las oportunidades en que podemos encontrarnos con ejemplos tan nobles, de lo mejor de nuestra tradición democrática. En efecto, al recordar la trayectoria de Hernán Santa Cruz Barceló , veremos, sin duda, una de las mejores expresiones de nuestra historia republicana, de aquella que cimentara las bases de una democracia ininterrumpida por más de cuatro décadas, de aquella tradición que nos llenó de orgullo ante las vicisitudes y complejidades de un mundo convulsionado.
Desde sus primeros años, como joven e inquieto abogado en el ámbito judicial castrense, mostró lo que sería una de sus principales características: su vocación por el servicio público y su inmenso deseo de contribuir al desarrollo de nuestro país.
Fue, quizás, este primer rasgo en su rica y multifacética personalidad lo que le llevó a ser nuestro primer embajador ante las Naciones Unidas y representante ante el Consejo Económico y Social, donde desempeñó un papel relevante en los difíciles comienzos de esta organización, que nacía como una gran esperanza de paz para la humanidad después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Como él mismo señalara tiempo después, recordando esta primera incursión suya en el ámbito internacional: “Llegué a la Organización de las Naciones Unidas y al Consejo Económico y Social sin ser economista ni experto en derecho internacional, pero sí con una fe ilimitada en la importancia de la cooperación internacional y en los principios que habían dado origen a las Naciones Unidas”.
Podemos decir hoy, con orgullo, que Hernán Santa Cruz no sólo representó dignamente a nuestro país, sino que también cumplió su cometido en forma sobresaliente y destacada, logrando, junto a otros grandes hombres, elevar el nombre de Chile y de América Latina a un sitial de relevancia en el concierto internacional.
Al respecto, basta un solo ejemplo: su participación desde un inicio en la comisión de las nueve personalidades que elaboraron y redactaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, uno de los hitos más importantes de la historia del siglo XX, cuyo valor esencial, como él mismo señalara, fue la universalización de los derechos de las personas. “De ahora en adelante, todos los seres humanos sabrán que el patrimonio de sus derechos esenciales tiene significados específicos y definidos. Sabrán, a ciencia cierta, sin equívoco posible, en qué consisten la dignidad y los derechos que tienen, en igualdad, desde su nacimiento”. Así sentenció con extraordinaria lucidez el histórico día en que dicha declaración fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
O bien -¿por qué no mencionarlo?-, su trabajo en las primeras comisiones que estudiaron el problema de la discriminación racial y las violaciones a los derechos humanos en Sudáfrica y Namibia.
A poco andar, su valiosa contribución al trabajo de la organización internacional más importante de la humanidad le valió su elección, por unanimidad, como Presidente del Consejo Económico y Social, cuando dicha organización no sólo contaba con las figuras más importantes de la política internacional de mediados de siglo, sino también en momentos en que la acción de las Naciones Unidas jugaba un papel preponderante en la construcción de un nuevo orden mundial de la posguerra.
Para Hernán Santa Cruz , cualquier aspiración a una mayor seguridad internacional estaba indisolublemente ligada a una mayor cooperación económica y social. En ese contexto, fue gracias al duro y difícil trabajo de personalidades como Hernán Santa Cruz , que la labor del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas no sólo se abocó a la ya magna tarea de la reconstrucción de posguerra, sino que también comenzó a asumir como prioridad los difíciles y profundos problemas sociales de los países subdesarrollados, implementando los primeros programas internacionales de cooperación y asistencia técnica hacia dichas regiones. Por ejemplo, el primer programa de asistencia técnica, que hoy todos conocemos como el Pnud, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Dentro de la extensa labor que realizó este diplomático de excepción en el ámbito de la cooperación internacional para el desarrollo, resultaría imperdonable no mencionar especialmente la creación de la Comisión Económica para América Latina, Cepal , de la cual, como sostuvo Raúl Prebish en un prólogo, él no fue su creador, como erróneamente muchos pensaron, sino que ella se debió exclusivamente a la acción decidida de don Hernán Santa Cruz y sus colaboradores. En efecto, desde su llegada a las Naciones Unidas tuvo como una de sus principales aspiraciones el logro de beneficios para América Latina.
Hernán Santa Cruz estuvo siempre convencido “de lo necesario que era para los países latinoamericanos asegurar un mejor destino a sus pueblos mediante la progresiva integración de sus economías y, eventualmente, de sus instituciones políticas”. Es así como Naciones Unidas debía ser un instrumento eficaz para el logro de esos objetivos.
Quisiera recordar que, en aquel tiempo, la idea generalizada en la mayor parte del mundo era que América Latina disfrutaba de un lugar privilegiado en el concierto internacional por el hecho de que no había sufrido directamente los horrores de la guerra. Pues bien, Hernán Santa Cruz fue capaz de luchar eficazmente contra ese convencimiento, incluso con la oposición inicial de importantes potencias, mostrando al mundo los graves problemas sociales que enfrentábamos en la región y lo necesario que era crear un organismo de cooperación especial para América Latina que contribuyera desde las perspectivas económica y técnica a la integración de nuestros pueblos.
¿Cómo no enorgullecernos cuando, por ejemplo, leemos las múltiples felicitaciones y reconocimientos de que fue objeto por parte de casi todas las delegaciones del Consejo Económico y Social cuando dejó su Presidencia ? Al decir de aquéllas, don Hernán Santa Cruz supo conducir al Consejo con extraordinaria eficacia, sabiduría, inteligencia e imparcialidad.
Esta breve reseña de su trayectoria diplomática no estaría completa si no mencionáramos su contribución a la labor desde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, de la cual llegara a ser Director General Adjunto y Jefe para América Latina.
Fiel a su concepción acerca de la necesidad de la integración de América Latina y su profunda preocupación por los problemas sociales que la aquejaban, y que hoy siguen aquejándola, continuó desarrollando su vocación de servicio en el ámbito que él creía más necesario: el mundo rural, que, según todos los estudios, constituía el sector estructuralmente más atrasado de la sociedad. Presidió, en 1966, la primera Conferencia Mundial sobre la Reforma Agraria y, desde luego, fue uno de los principales responsables de la primera Campaña Mundial contra el Hambre.
En esta etapa de su vida, la obra de Hernán Santa Cruz no sólo se limitó a la histórica tarea de impulsar y apoyar los procesos de reforma agraria en América Latina, sino que también contribuyó a implementar en forma decisiva las primeras políticas de bienestar rural, convencido de que el mejoramiento real de las condiciones de vida de los campesinos no sólo era un asunto de tierra y productividad, sino también de un mejoramiento real de sus posibilidades de acceso a la educación, a la salud y a otros beneficios.
Durante el gobierno del Presidente Allende, junto con ser uno de sus principales asesores en materias internacionales, representó a Chile en diversos organismos de Naciones Unidas con sede en Europa.
Es imposible olvidar su estrecha colaboración en el histórico discurso del Presidente Allende ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, o bien su participación en las conferencias II y III de la Comisión de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, Unctad, la última celebrada en Chile a instancias y bajo la responsabilidad de don Hernán Santa Cruz .
En fin, sería largo recordar la dilatada y fructífera carrera de Hernán Santa Cruz . En ella encontraremos a cada paso la confirmación de los múltiples reconocimientos que ya se le han hecho.
Hernán Santa Cruz Barceló fue, en primer término, un hombre de Estado, y comprendió en su sentido más profundo la tarea de servir a la Patria, más allá de nuestras diferencias. Con profesionalismo, supo servir a gobiernos de distintas ideologías, como fueron los de los Presidentes González Videla , Frei Montalva y Salvador Allende , inspirado siempre en sus profundas convicciones democráticas.
Fueron precisamente sus hondas convicciones democráticas las que lo llevaron a renunciar a su cargo durante el régimen militar para sumarse, junto a otros, a la difícil lucha por los derechos humanos, siempre bajo el legítimo convencimiento de que era la mejor forma de seguir sirviendo a su país.
A don Hernán y a su familia, en lo personal, gracias por esa amistad, por ese cariño, por esa lealtad; gracias por su contribución a esa noble tarea de construir un destino mejor para nuestro pueblo. Reciba, pues, el homenaje de esta Cámara de Diputados, como un signo más de la justicia de la Historia.
Como dijo uno de sus más cercanos colaboradores: “No logró llegar al año 2000, pero su sombra se alargará por todo el siglo XXI”.
He dicho.
(Aplausos).