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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Javier Vadell: “China se mantendrá coherente en su política de no intervención en asuntos internos de otros estados”

26 diciembre 2024

Para este sinólogo y profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Minas, Brasil, es esencial que América Latina defina sus objetivos en relación con China, ya que la colaboración puede ser beneficiosa. Asimismo, planteó que la relación se basa en el respeto mutuo y los principios de coexistencia pacífica, lo que implica que los países latinoamericanos deben negociar de manera efectiva según sus intereses.

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Javier Vadell es además doctor en ciencias sociales de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) y autor de una gran cantidad de publicaciones sobre la relación entre América Latina y China. Precisamente sobre este tema, analizó los vínculos actuales entre ambas partes, así como los desafíos y oportunidades que surgen en un contexto multipolar, donde el gigante asiático se posiciona como un actor clave en la cooperación internacional. Más de sus reflexiones, en la siguiente entrevista.

Vínculo actual entre América Latina y la China post pandemia

”El balance es muy positivo. A pesar de las convulsiones políticas y económicas que algunos países de América Latina puedan enfrentar, la situación es favorable. Hace un par de semanas, lo discutíamos con Dussel Peters desde México, quien señaló que el panorama para América Latina sería desastroso sin la presencia de China.

Hicimos una comparación con la película "Un día sin mexicanos" en Estados Unidos: si se eliminaran a los mexicanos, la economía se detendría. De la misma manera, si China no estuviera involucrada en el comercio y las relaciones con América Latina, la economía de la región sufriría gravemente. Esto no significa que no debamos corregir el rumbo según las necesidades de cada país o región, lo cual es fundamental.

Después de la visita del presidente Xi Jinping a Perú y Brasil, quedó claro que China ha fortalecido su presencia en la región. Se evidenció todo su poder y la gran sinergia, como se mencionó en Brasil, además de la posibilidad de abrir importantes inversiones que conecten el Atlántico con el Pacífico. Este es un tema que Argentina tiene pendiente con Chile, pero que podría convertirse en una realidad significativa.

La conexión entre Brasil y Perú, especialmente a través del puerto de Chancay, también ofrece oportunidades, ya sea mediante un enlace a través de Bolivia o directamente entre Brasil y Perú, como se planteó en el proyecto ferroviario de 2014.

China está consolidando su relación con Brasil en un momento óptimo, tal como lo afirman ambos presidentes y los documentos oficiales. En el caso de Argentina, aunque el presidente ha adoptado un discurso algo agresivo hacia China, esto no parece afectar la relación, ya que China prioriza la conexión entre Estados más que las posturas temporales de los gobiernos. A pesar de un giro hacia una política externa más realista en Argentina, incluso con un gobierno pro neoliberal y pro estadounidense, el diálogo y las inversiones han continuado”.

Desafíos en la cooperación con China

En primer lugar, China se ha presentado nuevamente en Brasil y en el mundo como un país del Sur Global. Sin embargo, no todos los países del Sur Global son iguales. Esto implica que existen profundas asimetrías en el desarrollo. La primera tarea es identificar, para cada país o región, cuáles son sus necesidades, las cuales están relacionadas con los proyectos de desarrollo que cada uno tenga.

En el caso de Brasil, hay un interés claro en lograr una transferencia tecnológica y una reindustrialización sostenible, promovidas desde el Ministerio de Desarrollo. Sin embargo, esto dependerá de cómo cada país negocie con China. Si la única preocupación de un país como Brasil es exportar soja o hierro, China estará dispuesta a comprar esos productos sin problemas.

Tomando como ejemplo a Brasil, que tiene un superávit en su balanza comercial con China, la situación es diferente a la de Argentina, que presenta un saldo negativo. No obstante, las posibilidades se abren, ya que incluso se han establecido acuerdos en varios países para transferir tecnología y aprovechar los avances tecnológicos de aquellos que están a la vanguardia en ciertas industrias. Esto permitirá que esos países alcancen un nivel elevado de uso tecnológico, dependiendo de sus objetivos y del proyecto nacional que tengan.

Un ejemplo de esta dinámica se puede observar en Indonesia, donde se han implementado proyectos como la construcción de islas y ferrocarriles de alta velocidad. Estos proyectos incluyen capacitaciones para los operarios, como los maquinistas de locomotoras, que son fundamentales para garantizar el éxito de estas iniciativas.

Es fundamental capacitar a las personas para comprender la tecnología y establecer talleres de alta tecnología que aborden los problemas que puedan surgir con los nuevos trenes. Este es solo un ejemplo; también hay iniciativas relacionadas con baterías para coches eléctricos. China presenta una oportunidad en este sentido. Sin embargo, como mencioné en otro evento, el éxito de esta colaboración depende de lo que América Latina desee lograr con China.

Si el objetivo es beneficiar a una élite a través de la exportación de productos primarios o commodities, eso está bien. En este contexto, China se mantendrá coherente en su política de no intervención en los asuntos internos de otros Estados, algo que debemos tener claro. La relación con China se fundamenta en este respeto mutuo y en los cinco principios de coexistencia pacífica. Por lo tanto, corresponde a los países de América Latina definir qué quieren para luego negociar con China de manera efectiva”.

Regionalismo latinoamericano en un contexto multipolar frente a las tensiones comerciales

En la actualidad, es importante destacar que el presente es muy fragmentado. Recientemente, durante una reunión del Mercosur, se expresaron críticas sobre la necesidad de reformas internas, lo que refleja una situación problemática. Panamá, como miembro asociado del Mercosur, se encuentra en medio de un escenario donde Argentina, bajo el gobierno de Javier Milei, asume la presidencia pro tempore.

Este nuevo liderazgo parece más interesado en establecer un acuerdo de libre comercio de manera unilateral que en fortalecer el Mercosur. Existe una cierta fetichización de los acuerdos de libre comercio, como si estos fueran la solución para lograr un mayor desarrollo y crecimiento. Sin embargo, el Belt and Road Initiative no es un acuerdo de libre comercio; varios países, como Chile y Argentina, han firmado memorandos de compromiso, mientras que Brasil ha adoptado una postura más cautelosa.

Aunque se han llevado a cabo reuniones bilaterales, el grado de interés en iniciativas como la Unasur ha disminuido considerablemente, especialmente para Estados Unidos, que se centra en cuestiones de seguridad. Países como Ecuador y Perú tienen vínculos estrechos con Estados Unidos en esta área, y Paraguay es el único país de Sudamérica que reconoce oficialmente a la República Popular China.

La realidad es, por lo tanto, muy fragmentada. China intenta aprovechar estas oportunidades mediante acuerdos bilaterales, ya que los esfuerzos multilaterales han fracasado, incluso en el ámbito del Mercosur con respecto a la Unión Europea. En 2019 se anunció un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, pero ahora parece que ratificarlo será complicado debido a diversos problemas y oposiciones internas en ambos bloques.

Existen puntos controvertidos que aún deben ser abordados, como las compras gubernamentales, y no todos los países están dispuestos a aceptarlos. En este contexto, la Celac ha funcionado de manera interesante durante la pandemia y sigue siendo relevante mientras China esté presente. La Celac actúa como un órgano de discusión y un interlocutor válido para países extrarregionales. Sin embargo, no es una plataforma para establecer acuerdos comerciales exhaustivos; más bien, es una institución flexible que facilita relaciones bilaterales. Veo la estrategia de foros que China ha implementado con África como un modelo más exitoso para facilitar aproximaciones bilaterales o mini bilaterales.

Es importante señalar que la Celac no es un proyecto integrador para América Latina, sino una plataforma que permite encontrar puntos en común para relacionarse con potencias extrarregionales en este mundo multipolar. En el futuro, esto podría incluir interacciones con Rusia, Turquía o incluso con la Unión Europea, que había iniciado un diálogo con la Celac antes de que se interrumpiera debido a la situación en Venezuela, pero ahora están buscando reanudar ese acercamiento”.

Multilateralismo con características chinas

El multilateralismo con características chinas se basa, en primer lugar, en los principios de coexistencia pacífica, que están consagrados en la constitución del Partido Comunista de China. Estos principios guían las relaciones exteriores de China y deben ser comprendidos claramente, especialmente en comparación con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Entre estos principios destacan la no intervención, la coexistencia pacífica y los beneficios mutuos. Es esencial entender esto como un primer paso.

El segundo aspecto a considerar es la forma en que se lleva a cabo la cooperación sur-sur con China, fundamentada en estos principios y en ocho lineamientos que fueron expuestos por Zhou Enlai en la década de 1960. Estos lineamientos son muy flexibles y no implican compromisos coercitivos, a diferencia de las instituciones de Bretton Woods, que comenzaron a perder relevancia en la década de 1970. En este contexto, es importante señalar que los principios que se consolidan en el Norte Global de Occidente para el Sur Global están vinculados a la globalización neoliberal, que impone agendas y condicionamientos. Esta situación se acentuó tras la crisis de la deuda externa que afectó a países como Chile, Argentina, Brasil y México.

La crisis culminó en lo que se conoce como el Consenso de Washington a finales de los años 80 y principios de los 90. Aunque existe cierto margen para la negociación, los países no pueden eludir las exigencias de privatización, regulación económica y apertura comercial unilateral, algo que no se exige a los países del Norte.

Esta diferencia fundamental radica en la rigidez de las condicionalidades impuestas en América Latina durante esa época, que se reflejan en las políticas neoliberales del Consenso de Washington. Aunque hay variaciones en estas políticas, los países que enfrentan mayores presiones financieras internacionales se ven obligados a privatizar y regular, resistiendo hasta donde pueden. Por ejemplo, Brasil logró resistir la privatización de Petrobras, aunque otras empresas como Electrobras y Telebras estuvieron bajo amenaza.

La historia también desempeña un papel importante; cuanto más historia tenga un país, más fácil será su resistencia. Argentina, con YPF como su primera petrolera estatal desde 1916, sufrió una privatización durante el gobierno de Menem que llevó a una grave crisis. Posteriormente, tuvieron que reestatizarla debido a las pérdidas significativas. Esta diferencia fundamental se hace evidente también en el ámbito de la cooperación sur-sur, donde hemos observado una colaboración empírica flexible y adaptada a las necesidades específicas de cada país, sin una receta única.

Esto resulta atractivo para muchos países: pueden cooperar y recibir ayuda sin imposiciones externas. La simple existencia de un rival como China ofrece a estos países una opción para elegir y debilita el control que Estados Unidos y Occidente ejercen a través de sus condicionalidades. Se ha hablado del monopolio del régimen de ayuda establecido en las décadas de 1960, 1970 y 1980, pero China entra en este escenario como un actor capaz de desafiar esa dinámica.

Para los países del Sur Global y América Latina, esta competencia es beneficiosa; si en tu vecindario hay una panadería que vende pan a un precio determinado y luego aparecen otras dos o tres, siempre será mejor para el consumidor tener más opciones. En este sentido, un mundo multipolar implica romper el monopolio del poder hegemónico establecido por una potencia dominante. China se propone ofrecer bienes públicos internacionales, como se establece en el Belt and Road Initiative. Esta es una diferencia significativa, no solo cuantitativa, sino cualitativa”.

Por equipo Asia Pacífico: asiapacifico@bcn.cl


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