27 septiembre 2023
La última edición titulada “Tiempos de Crisis, Tiempos de Cambio: Ciencia para Acelerar las Transformaciones hacia el Desarrollo Sostenible” llama la atención sobre la necesidad de avanzar con sentido de urgencia en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), además de fortalecer la vinculación entre ciencia y toma de decisiones.
El bienestar humano, el desarrollo de economías sostenibles y justas, además de contar con óptimos sistemas alimentarios y nutrición, descarbonización con acceso universal a la energía, desarrollo urbano y periurbano, y bienes ambientales globales, son los temas abordados por una nueva versión del Global Sustainable Development Report de Naciones Unidas. Más detalles de este informe, en la siguiente nota.
El Global Sustainable Development Report más que un documento de diagnóstico, es una completa investigación sobre el desarrollo sostenible producida cada cuatro años por un destacado grupo de científicos independientes designados por el secretario general de las Naciones Unidas.
La edición 2023 se titula “Tiempos de Crisis, Tiempos de Cambio: Ciencia para Acelerar las Transformaciones hacia el Desarrollo Sostenible” y se enfoca en algunos ejes centrales para una transformación multinivel que se hace necesaria con un creciente sentido de urgencia. Entre estos ejes se destacan el bienestar humano, economías sostenibles y justas, sistemas alimentarios y nutrición, descarbonización con acceso universal a la energía, desarrollo urbano y periurbano, y bienes ambientales globales.
Además, en cada uno de los ejes se presentan ejemplos e ideas para impulsar iniciativas para llevar adelante tanto a nivel local, nacional o global, relacionadas con los ODS. Sin embargo, su utilidad radica en que además de sintetizar el conocimiento existente, se enfoca en tres líneas. En primer lugar, cuáles son las transformaciones más urgentes. Esto con ejemplos respaldados con casos obtenidos de literatura científica, para luego ofrecer un modelo que facilite la comprensión de esos procesos desde una perspectiva histórica.
Cabe destacar que una de las ideas principales -y que está contenida en el subtítulo- alude a la necesidad de contar con bases científicas más amplias, de manera tal que la producción de conocimiento pueda respaldar de mejor manera las transformaciones necesarias para la implementación de los ODS. Entre los principales argumentos que se presentan es que este conocimiento se puede lograr conectando de forma inclusiva la toma de decisiones a la ciencia y a la sociedad.
El primer capítulo se titula “A mitad de camino hacia 2030” donde se destaca que a pesar de que estamos a mitad de camino, los gobiernos se encuentran muy lejos de alcanzar los compromisos establecidos en la Agenda 2030. “Sin una corrección urgente y una aceleración, la humanidad enfrentará períodos prolongados de crisis e incertidumbre, que están relacionados con la pobreza, la desigualdad, el hambre, las enfermedades, los conflictos y los desastres”, señala el informe.
De igual manera y a nivel global, el lema “No dejar a nadie atrás” estaría ante un riesgo significativo. “Objetivos como la seguridad alimentaria, la acción climática y la protección de la biodiversidad, el mundo sigue moviéndose en la dirección equivocada. Además, las recientes crisis incluyendo la pandemia de COVID-19, el aumento del costo de vida, los conflictos armados y los desastres naturales han borrado años de progreso en algunos objetivos, incluida la erradicación de la pobreza extrema”, agregó.
Producto de lo anterior, el progreso de las economías y la inclusión social también se han ralentizado, algo que se ve reflejado en objetivos puntuales, como las muertes evitables en la niñez, la cobertura universal de las vacunas y el acceso a la energía. “Las crisis no son eventos independientes, están interrelacionadas a través de múltiples factores ambientales, económicos y sociales, cada uno alimentando las intensidades del otro”, explica.
De manera tal que al momento de abordar estas interconexiones se da un punto de partida para “generar oportunidades para actuar de manera integrada, liberar sinergias positivas y lograr los ODS”.
Otro de los capítulos interesantes en el informe es el 3, donde se destaca que si en el ámbito de los negocios se sigue con el mismo enfoque actual, los ODS no solamente serán inalcanzables para 2030, sino que incluso para 2050. Si bien es cierto que en un escenario optimista se lograrían avances en la reducción de la indigencia, los progresos en malnutrición y la gobernanza serían mínimos.
Algo similar sucedería en otros ámbitos, como en los ecosistemas terrestres o en la erradicación del hambre, pues no se verán mayores avances si no se producen cambios significativos que impidan la contaminación del aire, el uso irracional del agua en agricultura, el desperdicio de alimentos, las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), entre otros.
De tal manera, en este tercer capítulo se hacen seis propuestas claves para acelerar de manera integrada el progreso. Estas propuestas son:
Para la concreción de tales propuestas, el informe explica que es necesaria la comprensión de que los cambios son sistémicos, por lo que las transformaciones no son fáciles ni rápidas, “suelen tomar tiempo para desarrollarse y pasar por diferentes fases que enfrentar diferentes obstáculos”. Ello implica el trabajo con distintos actores y con apego a los desafíos, prioridades y capacidades que tiene cada país.
Una reflexión sobre los desafíos y oportunidades que presenta el informe para la realidad chilena tuvo Carlos Miranda Rodríguez, presidente de la Fundación para el Desarrollo Social (FUDESO) y representante para Chile del Foro Global de Órganos Asesores Nacionales de los ODS. En su opinión, las transformaciones son posibles e inevitables. “Nuestro país no está exento de eso. Hemos visto cómo nuestros problemas estructurales chocan de lleno con la realidad, razón por la cual aún nos hallamos trabajando como sociedad para poder formar un nuevo pacto social que sea capaz de responder a los problemas y desafíos económicos, sociales y ambientales”, señaló.
Sobre el tiempo que nos queda como país y como planeta, se refirió al sentido de premura. “Los problemas que debemos enfrentar deberían ser revertidos en pocos años. En este tiempo, tenemos que actuar de manera urgente, acelerada, consciente y sostenible, pero al mismo tiempo de manera crítica y con nuestra misma gente, nuestra cultura y sus territorios considerando su inmensa diversidad”, añadió.
Sobre la evaluación de las principales ideas desarrolladas en el informe, afirmó que la necesidad de transformaciones es inevitable. “Considerando la urgencia de la acción para lograr un modelo de desarrollo global sostenible, nos hace un llamado a todos los niveles y sectores para establecer un marco de transformaciones críticas, mediante el cual seamos capaces de hacer frente a la crisis y los desafíos actuales que se nos presentan”, comentó.
Además, y en línea con lo anterior, planteó la inquietud sobre qué dudas o preguntas críticas surgirán alrededor de un marco de gobernanza con capacidad de afrontar las problemáticas locales y globales. “Considerando que los efectos negativos del desarrollo “insostenible”, afectan a todas las partes considerando la fragilidad de nuestro mundo. Pero al mismo tiempo, hay que ser conscientes de la importancia de desarrollar procesos que sean guiados por el ejercicio de una democracia que conecte los distintos niveles que enfrentan estas problemáticas, a su vez, sin caer en un control centralizado a nivel global, sino por el contrario el desarrollo de un sistema global que sea capaz de enfrentar los desafíos comunes al mismo tiempo que no elimina lo local, sino que lo promueve en un marco sostenible para nuestras culturas y naciones”, explicó.
Sobre este punto, Carlos Miranda manifestó que es fundamental que las decisiones puedan ser tomadas en base a datos objetivos y relevantes. “Estamos en momentos críticos en los que el tiempo y el dinero son recursos limitados, por lo que una incorrecta inversión de dichos recursos se traducirá en la imposibilidad de lograr un desarrollo sostenible para los territorios. El gran desafío aquí es acercar las capacidades técnicas y conocimientos de la ciencia, hacia los tomadores de decisiones, tanto locales, regionales como nacionales”, sostuvo.
Al mismo tiempo, llamó la atención sobre la necesidad de darle la influencia correcta a la evidencia. “Tenemos que tener cuidado de que sean los datos científicos de mayor calidad por sobre aquellos que tengan mayor capacidad de lobby, ya que si no la ciencia termina convirtiéndose en un títere de la política en vez de ser aliados claves para el progreso. Al entender esto se hace evidente la importancia del desarrollo de herramientas y sistemas que puedan reflejar los problemas desde una óptica científica, para poder abordarlos con la mejor comprensión y de la mejor manera posible”, expresó.
Dentro de la reciente experiencia de Carlos Miranda está la participación como vocero de la Sociedad Civil de Chile en Nueva York en el Foro Político de Alto Nivel 2023, realizando el posicionamiento ante la presentación del tercer Informe Nacional Voluntario del país. En consideración de ello y los resultados del informe, señaló que “el cumplimiento de las metas para el 2030 es un proceso no posible si continuamos al actual ritmo y, sobre todo, considerando los retrocesos que trajo consigo la pandemia y la crisis económica, pero por otro lado se alza como una meta posible en la medida en que los tomadores de decisiones pasen de los discursos a la acción”, dijo.
En sintonía con lo anterior, afirmó que se requieren actores que busquen el desarrollo de nuestros países y del mundo de manera real y concreta. “Debemos poner al centro del desarrollo la sostenibilidad, entendiendo la indivisibilidad que existe entre el ser humano y la naturaleza, y de nosotros mismos dentro de nuestros pueblos y con respecto a todos los pueblos del mundo. Si somos capaces de ver más allá de la ilusión de la separatividad que nos plantea el ego y nuestras sociedades, junto con sus actuales modelos de desarrollo, podremos poder ir más allá de las ideas pasando a acciones concretas, conscientes de lo que se necesita, junto con la claridad del futuro que queremos construir”, explicó.
De manera tal que en caso de darse lo anterior, considera que sí sería posible. “Pero para ello se requiere un sistema de datos que pueda ayudar a los tomadores de decisiones a comprender mejor las problemáticas de manera desagregada, para poder tomar decisiones críticas según su nivel de alcance, considerando que esto aplica a todos los sectores: Estado, empresas, sociedad civil y la academia”, sentenció.
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