¿Cuántos extranjeros han recorrido Corea como parte de una delegación oficial? Lo más probable que sólo un puñado. Por eso leer la experiencia recogida por el periodista español Bruno Galindo en la Marcha Internacional por la Paz y la Reunificación, organizada por la Korean Friendship Association (KFA) en 2004 es todo un privilegio. Su mirada y la de sus compañeros respecto a uno de los países más herméticos del mundo, nos permite adentrarnos por los vericuetos de una nación que pareciera avanzar contra reloj.
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¿Cuántos extranjeros han recorrido Corea como parte de una delegación oficial? Lo más probable que sólo un puñado. Por eso leer la experiencia recogida por el periodista español Bruno Galindo en Diarios de Corea, tras su participación en la Marcha Internacional por la Paz y la Reunificación, organizada por la Korean Friendship Association (KFA), en 2004, es todo un privilegio. Su mirada y la de sus compañeros respecto a uno de los países más herméticos del mundo, nos permite adentrarnos por los vericuetos de una nación que pareciera avanzar contra reloj.
Larga vida al gran líder
Claustrofobia (incluso en lugares abiertos) es el sentimiento más recurrente que surge al observar la realidad de un país que se presenta ante el siglo XXI en colores sepia. Con una fuerte influencia confucionista y sometida al gobierno personalista de Kim Il-sung primero y Kim Jong-il después, Corea del Norte parece vivir en una realidad paralela, que por momento recuerda la Revolución cultural china (en este caso permanente) y la guerra fría.
¿Pero cómo ha logrado subsistir este modelo en plena era de la globalización? El sistema de responsabilidad colectiva que subyace la sociedad norcoreana pareciera ser la respuesta, ya que los convierte en un pueblo donde la disidencia no existe y los valores “correctos” están perfectamente delineados en las tres tareas de la revolución: ideológica, tecnológica y cultural. Recapitulemos. En los años veinte Kim Il-sung creó la idea Juche, que viene de ju, dueño, y che, uno mismo, y se fue a las montañas a organizar la guerrilla contra los japoneses. Lo que siguió es historia: la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, que precipita su salida de la península Corea, la división territorial, la Guerra de las Coreas y el establecimiento de Kim Il-sung como líder máximo, quien gobierna bajo la premisa que “el hombre es el maestro de todo”. Esta afirmación lleva al pueblo norcoreano a crear en su autosuficiencia. “Somos los dueños de nuestro propio destino, así que podemos hacer lo que queramos con él, sin prestar atención a ninguna consideración ajena”, afirma una guía de la Marcha.
En medio de la política Songun, donde el ejército se yergue como prioritario, la Marcha Internacional por la Paz y la Reunificación recorre diversos hitos geográficos del país, que les permiten asistir a una especie de pantomima de cotidianidad, en la que los civiles parecieran ser de cartón piedra y donde las respuestas –dadas por los guías oficiales, “sombras humanas” de los participantes- siempre están acompañadas de arengas como “Viva el Gran Líder”, “Larga vida al partido del Trabajo de Corea”, “Deshagámonos de las tropas estadounidenses y alcancemos la reunificación nacional”, por nombrar algunas.
Todo ello bajo el son de la Canción de la Unidad, que pareciera convertirse en el mantra de una gira en la que no está permitido tener moneda local y en la que los pasaportes han sido retenidos por la autoridad.
En medio de este relato por momento orweliano, que se intercala con explicaciones históricas, que permiten entender el presente del país, es posible reflexionar sobre la llamada "última frontera de la guerra fría" y viajar imaginariamente por una nación, que a pesar del inminente colapso, continúa en pie mirando desafiante al futuro.
FICHA DE LA PUBLICACIÓN Título: Diarios de Corea. Viaje a la última frontera de la guerra fría
Autor: Galindo, Bruno
Barcelona : Random House Mondadori, 2007
Número de páginas: 489 ISBN:
9788483066997
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