Historia de la Constitución y de las Propuestas de Nuevas Constituciones
Convención Constitucional
- Sesión Nº 38 Comisión sobre Sistemas de Conocimientos, Culturas, Ciencia, Tecnología, Artes y Patrimonios
- Celebrada el 2022-02-08
- Legislatura Convención Constitucional
Autora(or)(es)
Índice
Intervención en Comisión
Hicieron uso de la palabra para presentar la iniciativa convencional constituyente, la convencional señora Vidal y la abogado especialista en bioética señora Paulina Ramos.
Ellas manifestaron que esta materia en una Constitución es especialmente importante, por cuanto ella recoge los valores y principios fundantes tanto del ordenamiento jurídico como del sistema de las ciencias y culturas que guían el actuar de las autoridades y, por ello, constituyen un límite para la actuación de los distintos órganos del Estado.
No basta la ciencia, la técnica, la política y la economía para enfrentar temas que trascienden fronteras tales como la migración, las pandemias, el cambio climático, el uso de combustibles fósiles, contaminación de los suelos y el agua entre otras importantes y variadas situaciones.
Los problemas complejos y urgentes que dicen relación con un futuro de la humanidad que ya es presente requiere de una mirada interdisciplinaria como la que ofrece la bioética.
La bioética surge como una respuesta primordial a los conflictos suscitados por el rápido avance del conocimiento científico y técnico en las diferentes áreas de la medicina y la biología, sumados a la identificación de los efectos nocivos en el medio ambiente como consecuencia de la contaminación indiscriminada del planeta por acción del hombre.
Es el oncólogo holandés Rensselaer Van Potter a quien se le atribuye el primer uso de la palabra bioética. En su trabajo Bioethics: Bridge to the future publicado en 1971 visualizó una estrecha relación entre el mundo de las ciencias de la vida y sus hechos y los valores éticos.
Un "puente" entre dos culturas: la científica, en torno a la vida y a las condiciones ambientales, y la humanística centrada en una actitud ética de responsabilidad hacia el prójimo entendido en su más amplio sentido.
La bioética intenta responder a una doble crisis de la humanidad frente al desarrollo científico técnico y a su propia convivencia en el marco de la diversidad, dentro de un modelo incapaz de visualizar y mucho menos de afrontar el profundo desafío de la injusticia global.
Se trata de una ética dinámica y enraizada en la historia, que avanza hacia niveles cada vez mayores de búsqueda del bien y de la justicia para toda la humanidad, contrastando sus conclusiones continuamente con la realidad de cada momento y de cada cultura.
La evolución de la ciencia y la tecnología ha generado un nivel de desarrollo lleno de elementos nuevos y desconocidos, plantea una gran incertidumbre para el futuro de la humanidad. Por de pronto, la intervención directa en el proceso evolutivo del hombre movido por el deseo y los recursos de determinadas personas puede dar lugar a una nueva forma de eugenesia. La biotecnología sin control político, jurídico y ético es una amenaza sin discusión.
Solo los principios éticos y derechos fundamentales pueden otorgar al actual crecimiento tecnológico, el saber y la coherencia del espíritu humano que impidan su degradación psíquica y moral y la desarmonía de sus culturas.
De allí que, la Nueva Constitución debiera incorporar en forma transversal, y en particular en la regulación del capítulo de conocimientos los valores y principios a que recurre la bioética.
Por de pronto la dignidad de toda persona humana y los principios pro humanidad; de solidaridad, de justicia, de responsabilidad, precautorio y de protección del entorno.
La exigencia de respeto de la dignidad humana debe quedar establecida en primer término como valor y a la vez como principio matriz, con ello, fundamento de los demás principios. La dignidad humana enfatiza el valor incondicional que posee toda persona en razón de su mera condición humana, independientemente de su edad, género, estado de salud, religión o nacionalidad. Este valor exige un respeto incondicional.
La diversidad como un valor un activo a proteger entendida como variedad y diferencia ya sea funcional, biológica, cultural o social, que aporta riqueza a la vida en comunidad. Da cuenta de la complejidad de la vida y también enfatiza la lucha por la dignidad de todo ser humano y sus comunidades.
La justicia distributiva cuando aspira a repartir entre las personas los bienes, los derechos y, los deberes en función del valor y de las aptitudes de cada uno y de su función en la sociedad. Es conmutativa para designar la que vela por la igualdad paritaria en los intercambios.
La solidaridad debiera ser consagrada como valor y principio rector, lo que implica reconocer que no es suficiente vivir juntos, sino que es necesario diseñar instituciones que permitan concretar el hecho de que todos y todas somos responsables de todos. Somos seres eminentemente vulnerables. Asumir la interdependencia de lo contrario estamos destinados a la extinción, garantiza nuestra propia supervivencia y la de las próximas generaciones. La justicia sin solidaridad es insuficiente mientras que la solidaridad sin justicia es impotente.
Principio de responsabilidad moral y práctico de acuerdo al imperativo ético “obra de manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica” como plantea Hans Jonas.
El principio precautorio frente a riesgos o peligros, como para la planificación de recursos naturales, que permita evitar su agotamiento y cumplir el mandato de salvaguardar los derechos de generaciones futuras.